En 2002 Martin Rosete nos deleitó con una cortometraje sencillo y magistralmente filmado. Un relato del escritor polaco Slawomir Mrozek al que da vida de una forma hipnotizante el actor Miguel Rellán, que además de mostrar una interpretación compleja, narra de manera impecable el relato, dejando al espectador pegado a la pantalla.
Este es un ejemplo de dirección sublime, todo rodado en un único decorado, y con tres elementos con el que el actor debe jugar a la vez que las palabras narran dicha revolución… Una narración que sin duda da que pensar, una narración que habla de tantas cosas entre líneas, que es imposible no verlas.
Espero que lo disfrutéis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario