Año 1940, en plena II Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeadas por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca.
Siempre que hablamos de cine bélico nos viene a la cabeza “Salvar al Soldado Ryan”, una cinta donde Spielberg dio todo su potencial para homenajear a su padre, que sirvió en el ejercito, una producción que no se atrevió a realizar en muchos años por miedo a no estar a la altura.
Muchos directores tienen como referencia esta película por su realismo, sobre todo en la primera parte donde se desarrolla el desembarco de Normandía, hasta Jean-Pierre Jeunet revisaba la cinta una noche antes de empezar a rodar cada sesión bélica de “Largo Domingo de Noviazgo” (Un long dimanche de fiançailles - 2004).
La cosa es que Nolan ha querido meter al público durante una hora y media en la piel de los soldados de batalla en tierra, mar y aire, sin relajar la tensión ni un minuto.
Él mismo explica que la idea era que el espectador fuera uno más en aquel infierno, tal y como lo quiso Spielberg en ese famoso desembarco de su mencionada cinta. No le sale mal… o sí.
En mi opinión creo que lo logra, pero al permanecer atento a tres historias distintas dentro del mismo contexto, cuando quieres seguir la trama de por ejemplo, los pilotos de cazas, te devuelve a la historia del soldado de tierra, desinflando el interés como si de un bloque de publicidad inoportuno, en lo mejor de la peli se tratase. Esto me lleva a la desconexión momentánea, y cuando cobra interés la acción del soldado de infantería, me lleva al buque en el mar…
La cinta es una maravilla, con unas imágenes brutales que por desgracia en el cine no sólo no muestran la grandiosidad del formato en el que está grabado (Imax), sino que por algún motivo desconocido recortaban la película casi al formato del anuncio de supermercados que ponen previamente a la proyección… A parte de eso, es evidente el mimo por la fotografía, por el arte y por los planos que muestra el señor Nolan. Incluso insiste en un sonido elevadísimo, provocando un estruendo desagradable que nos hace entender que un avión bombardero no suena a música celestial… nos sumerge en el horror de la guerra con el ensordecedor estruendo de las bombas, y de los aviones pasando a ras del suelo para eliminar a su enemigo.
En líneas generales me ha gustado mucho, y creo que para los amantes de este género es toda una joyita. Estoy deseando verla de nuevo para disfrutar de lo que seguro se me ha escapado.
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