Por lo general el propio festival cuando te contrata, te da las pautas básicas que ellos mismos adoptan para seguir un criterio de selección, en este caso eran tres:
- Buena calidad.
- Buena interpretación.
- Que emocionen de alguna manera.
La cantidad de cortometrajes presentados pasó con creces los 500 cortos, y de ahí saqué varias conclusiones.
El corto de ahora se presenta en general con una factura bastante considerable y alcanzando los 20 minutos en su gran mayoría. Algunos cortos superan la cifra de los 40.000€, algo con los que muchos se marcarían una peli low cost, seguro… Pero también encontré obras que probablemente no superasen ni los 100€, como “SAVE” de Iván Sainz-Pardo, un cortometraje con más de 40 premios en su palmarés y que narra una historia inquietante en un estupendo plano secuencia.
[caption id="attachment_3120" align="alignnone" width="960"] Iván Sainz-Pardo en el rodaje de "AINHOA"[/caption]
La calidad de imagen sacada de cámaras 4k, 8k, y formatos que seguramente desconozco, relucen con fuerza cuando el director de fotografía sabe bien como darles uso. Cortometrajes como “ULISES” de Aitor Gutiérrez, que rebosan profesionalidad por todas partes, con una magnífica producción artística, una interpretación magistral por parte de actores profesionales, y en general una producción monumental, hacen que el cortometraje alcance niveles mayores que los de hace 6 o 7 años, donde dejé de seguir el panorama nacional.
También he encontrado historias de bajo presupuesto, filmadas con las obsoletas cámaras de fotos, pero que sabían contar historias, eso sí, acostumbrar el ojo a movimientos de cámara con equipo profesional, hace difícil el cambio de chip para valorar el trabajo más humilde.
Está claro que igual que pasó hace años con los formatos SVHS, Mini DV o HDV, el FULL HD también está pasando a la historia dándose de lado por los festivales que apuestan por formatos más profesionales a sabiendas de que ahora son asequibles. Las ópticas a día de hoy son una clara carta de presentación según le das al play, y esto digan lo que digan, es así.
Dentro del formato corto siguen presentándose historias más para festivales clásicos, como es el caso del cortometraje de Carlos Polo “HOME, SWEET HOME”, con una narración más poética y con claras pretensiones de victoria en festivales de clase A.
También tenemos cintas más arriesgadas que mezclan el cine ochentero americano en tierras españolas, hablo de Fernando Fernández Gómez con su tributo al cine yanqui “DOWNUNDER”, divertidísima y con unas interpretaciones que hacen que los minutos vuelen, un viento fresco que alivia las horas de visionado sin duda alguna.
A mí, que me encanta el cine crudo y sombrío de Haneke, con lo cual me llamó la atención gratamente el corto “EL VESTIDO” de Javier Marco, que narra la escalofriante anécdota de un duelo en la vida de una familia de clase baja. Una cinta rodada con tiempos largos, y una fotografía realista que te sumerge en una atmósfera casi documental… yo lo vi en formato 4:3, algo que me sorprendió, pero que no le restó atención.
En definitiva el cortometraje ha subido mucho de nivel, y es muy difícil seleccionar tanto buen trabajo. En mi caso tuve suerte porque el festival admitía hasta 40 obras, pero si hubiera tenido que seleccionar un total de 15 o 20 como es en muchos casos… habría sido muy frustrante.
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