Cuando me disponía a ver la película pensé que iba a basar todo su guión en la tensión que provoca desactivar minas, pero a lo largo del film, entiendes que su director Martin Zandvliet, habla de otras cosas.
SINOPSIS
La guerra no acaba cuando se firma la paz. Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa comenzó otra dura batalla: la de los jóvenes soldados alemanes que fueron obligados a retirar miles de minas plantadas en la arena por el ejército nazi. Zandvliet muestra el maltrato infligido a esos prisioneros, un oscuro episodio de posguerra poco conocido.
Las guerras, las ideologías, los buenos y los malos no son realmente quienes creemos, hay algo mucho más trascendental que lo que se ve a simple vista.
Martin Zandvliet escribe y dirige esta cinta con mano firme ante la lágrima fácil, manteniendo en el personaje del sargento Carl Rasmussen, interpretado magníficamente por Roland Møller, una línea entre el cariño y la disciplina muy delgada.
A mitad de la película puede dar la sensación de que estamos viendo un argumento muy parecido al de “Heidi”, el abuelo gruñón deja de serlo al ver el lado humano de sus muchachos, pero aunque las minas que deben desenterrar acaban de un plumazo con algunos de ellos, este se mantiene firma ante su cargo militar, y por un giro en el guión que no quiero desvelar, todo vuelve a cobrar vida incrementando así la tensión y la incertidumbre.
Sin duda es toda una lección de honestidad, una cinta bien planteada de una manera muy minimalista, que acierta de lleno en lo que se quiere expresar.
Definitivamente me ha gustado mucho. La realización en conjunto me ha fascinado, la música melódica en los puntos de inflexión han sido fundamentales para respirar hondo y continuar viendo lo que ocurre. Una maravilla digna de su nominación a los Oscar por la mejor película de habla no inglesa.
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