El 15 de enero se estrena la octava película de Quentin Tarantino llamada “Los Odiosos Ocho” ("The Hateful Eight"), otro Western tras su estupenda “Django”. Y con motivo de ello, y de ser tal vez mi director favorito, he reflexionado sobre su trayectoria desde Reservoir Dogs en 1992.
La cuestión es que el ingenio de Tarantino, teniendo en cuenta que la producción de su primer largometraje debía ser humilde, ha cambiado hasta la fecha. Y no hablo de dinero, hablo de enfocar sus ideas a largometrajes de mayor calado argumental, como ha demostrado en “Malditos Bastardos” (2009), donde pasamos de historias más sencillas de mafiosos de tres al cuarto… o chicas enloquecidas con ganas de fiesta, a temas donde la 2ª guerra mundial está de fondo, o donde la esclavitud ambienta una cinta de viejo Western.
Tarantino mantiene sus tributos en lo que a planos se refiere, y lo hace omitiendo la crítica de quienes no aceptan el cine como tributo constante… aquellos que dicen de Quentin que es un plagiador de planos… En mi opinión Quentin sabe dirigir muy bien, y sabe como homenajear a sus directores y películas favoritas sin caer en la vulgaridad del plagio.
En su contra diré que contar con actores como Brad Pitt o DiCaprio es bajar el listón en su exclusiva categoría… esos actores no dicen nada en sus guiones, son caras demasiado reconocibles que no pueden despegarse de su celebrity, aniquilando así el personaje escrito en el papel. Me gustaba más cuando elegía una vieja gloria y lo re-catapultaba al estrellato, teniendo al resto del reparto en un sutil anonimato estelar.
Es cierto que a mi parecer, “Malditos Bastardos” y “Django”, son sus películas menos interesantes. Tal vez por lo que comentaba antes, que el telón de fondo es un poco incomodo, y que las historias se alargan demasiado. Echo de menos historias más sencillas y de menor duración, donde los detalles que nos regala, para quienes nos consideramos frikis de su cine, se concentren mejor para nuestro disfrute.
Los personajes no cambian demasiado, excepto en “Malditos Bastardos”, que por la temática no son demasiado peculiares.
Tarantino en su último film (Django), deja claro que no olvida su humor negro, ni el color de la sangre que le caracteriza. Convierte el Western en un experimento donde el sello de su factoría, y el tributo a los más grandes del género, quedan plasmados. La música, la vestimenta e incluso algunas expresiones, forman parte de una sociedad contemporánea que de alguna manera quiere sellar entre pólvora y caballos del 1895.
Los diálogos siguen siendo muy ingeniosos, pero es evidente que él mismo creó escuela, y que desde “Pulp Fiction” (1994) ha habido cientos de películas que han seguido su escuela, por lo que ahora es difícil destacar entre tanto alumno.
Pero no se trata sólo de diálogos, sino de el ambiente cultural que crea en sus películas. Recalca muy bien en poco tiempo en que sociedad se mueven los personajes, en base a eso ametralla al público con ingeniosos diálogos que encajan perfectamente con la idea que hemos generado … y estoy seguro que de alguna manera solemos poner cara a ciertos personajes que se asemejan a algún conocido en nuestra vida cotidiana.
El ingenio de Quentin a día de hoy es más maduro, y tal vez menos impactante, y si hay algo que reprocharle, es tardar tanto entre película y película… entre 4 y 5 años da lugar al olvido, como ya comenté en cierta ocasión en La Muvida.
¿Será verdad que calcula el tiempo para dejar esas únicas 10 películas tarantinescas en los anales de la historia….?
Espero impaciente al 15 de enero para ver esos ocho odiosos que tanto se están haciendo de rogar.
por Isaac Berrokal
Buena recopilación, Tarantino es uno de mis directores favoritos. Qué ganas de que estrene su nueva película.
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